Querida Verónica:
En la celebración de tu veintidós cumpleaños quería hacer algo especial. No sé si lo recuerdas, pero el fin de semana que estuve en Valencia en los Cristos te prometí que en tu cumple te emocionaría o, al menos, lo intentaría.
Este es tu primer cumpleaños que celebro contigo, y espero que no sea el último. Los dos patitos. Una buena edad. Aunque yo en mi caso me quedo con los veintitrés o los veinticuatro. A los veintidós yo no vivía la vida. Tenía la sensación de que me faltaba algo y no sabía lo que era. Ahora lo sé. Me faltabais vosotr@s. Me faltaba conoceros. Me faltaban las “hermanas” que nunca había tenido. “Hermanas” a las que veo más o menos, hable con ellas una vez al mes o todos los días. Las vea mucho o poco. Estén lejos o cerca. Pero que las siento a mi lado a pesar de todo. Estáis conmigo allá a donde voy, en mi corazón y en mi alma.
Vosotr@s me disteis eso. Me enseñasteis a vivir, a disfrutar, a crecer, a avanzar, y seguís haciéndolo. Me enseñasteis a aprender de mis errores y de los vuestros, y a no tropezar dos veces en la misma piedra.
Contigo puede que no hable o te vea tan a menudo como me gustaría, pero eso es porque te haces querer y tienes que repartirte entre toda la gente que te quiere (que es mucha). Asique es por una buena razón. Pero a pesar de eso, existe una conexión especial que igual no tengo con otras personas. Una sensación que se puede llamar química, feeling o como quieras, que no quiero que se pierda. Porque eso es lo que te hace especial para mí. Esa conexión existió, creo, desde el primer día, cosa que me impresionó gratamente.
Desde el primer día tuve la sensación y la certeza de que podía confiar en ti, de que podía contarte cualquier cosa, y con el tiempo supe que así era. No me equivocaba. Esa es una de las razones por las que te quiero tanto, por las que siempre estás conmigo vaya a donde vaya como solo lo está una gran amiga. Pero no es la única razón.
Te quiero por tus abrazos (que cuando los necesito se me hacen demasiado cortos), por tus miradas cómplices en diferentes momentos. Por la forma en que sabes provocarme sin llegar a pasarte de la manera adecuada en el momento justo, en el sentido que requiera cada situación. Por tu saber qué hacer en cada momento, gracias a que me conoces sorprendentemente bien y, aún así, te empeñas en seguir haciéndolo.
Te quiero por confiar en las amigas cuando debes y por no hacerlo cuando sería una locura. Te quiero por enseñarme que lo que piensan el resto debe importar solo lo justo. Por ser tan loca de fiesta y hacérmelo pasar tan bien.
Te quiero también por pedirme explicaciones cuando las necesitas y enfadarte cuando debes hacerlo. Por perdonarme cuando me equivoco y por dejarte perdonar cuando la que te equivocas eres tú. Te quiero por tragarte el orgullo a veces y por hacérmelo tragar a mí también.
Te quiero por aguantarme en mis malos momentos y disfrutar conmigo en los mejores. Te quiero por compartir tus alegrías y tristezas conmigo.
Te quiero por ser capaz de querer, dejarme y hacer que te quiera tanto. En definitiva, te quiero por existir. Porque no hay razones para explicar un “te quiero”. Y si las hubiera, no habría papel suficiente para escribirlas.
Te quiero porque no me canso de decir te quiero.
Porque te quiero y punto.
De una gran amiga:
Lucía.
P.D.: Los besos y los abrazos no los pongo que te los doy ahora :P